Uno de los asuntos más curiosos de la Historia de la humanidad son las carreras de destino coincidente. Normalmente, recordamos solo los que cruzaron primero la línea de meta: Marconi, Darwin, etc. Hay casos verdaderamente insólitos, como el de Srinavasa Ramanujan, un matemático indio que desarrolló, a partir de un libro elemental de matemáticas, cientos de teoremas que, por desgracia, ya se conocían.
En literatura, esa investigación paralela en los mismos problemas, da lugar en ocasiones a relatos simultáneos de notable parecido. No me refiero a plagios ni a homenajes, parodias, subversiones, o metáforas. De esos me ocuparé algún día.
Los reyes, una obra primeriza y poco conocida de Julio Cortázar, aborda el mito de Teseo y el Minotauro. Pero lo invierte. Tantos son los matices entre el héroe y el monstruo, que no debe seguirse la identidad respectiva de aquellos. Por los mismos días, la primera persona narrativa de "La casa de Asterión" borgiana proporciona el punto de vista del híbrido, mientras reinterpreta la fábula clásica.
La influencia de la tradición no cesa, por fortuna. Poetas jóvenes como Carmen Jodra (dejo una muestra de su poesía aquí, recomendando la lectura de Las moras agraces) o Álvaro Tato (Libro de Uroboros), tratan de un modo u otro estas referencias.
Y qué decir de Augusto Monterrosso:
La tela de Penélope o quién engaña a quién
Hace muchos años vivía en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastante sabio era muy astuto), casado con Penélope, mujer bella y singularmente dotada cuyo único defecto era su desmedida afición a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largas temporadas.
Dice la leyenda que en cada ocasión en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de sus prohibiciones ella se disponía una vez más a iniciar uno de sus interminables tejidos, se le podía ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sin decirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a sí mismo.
De esta manera ella conseguía mantenerlo alejado mientras coqueteaba con sus pretendientes, haciéndoles creer que tejía mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajaba mientras ella tejía, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dormía y no se daba cuenta de nada.
Vale
sábado, 20 de septiembre de 2008
De minotauros y otras perversiones de sentido.
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2 comentarios:
Habla de plagios, sobre todo de los célebres. Por ejemplo, ¿qué fue del famosos plagio de Cela?
Todo llega.
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