martes, 25 de noviembre de 2008
Juan Goytisolo
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Vale
domingo, 23 de noviembre de 2008
La niña y el buitre
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En 1993, Kevin Carter, uno de los mejores fotógrafos de lo atroz, esperó --se concreta de manera invariable que unos veinte minutos-- hasta que el buitre entrara en plano y desplegara sus alas (aunque no lo hizo), para efectuar el disparo y cristalizar el momento. Se lo sirvió a quienes nunca soportaríamos haber estado allí. Algo más de un año después, se suicidó dejando atrás una desconcertante nota sobre el dolor del mundo.
El debate generado hace algo más de quince años, cuando le fue concedido el premio Pulitzer por la espeluznante imagen de que hablamos, quizá lo marcara. La incidencia de la muerte de otro miembro del Grupo Bang-Bang, su amigo Ken, en un lugar donde bien pudo haber estado él mismo --y quizá deseara haber estado--, unida al consumo de drogas de todo tipo que lo fueron deshaciendo y al establecimiento democrático de Mandela --con el corolario del fin de la violencia--, entre otros asuntillos de índole personal, hicieron el resto.
No me interesa en absoluto saber si ayudó o no a la niña, con mucho, la cuestión más demandada. Carter no estaba ahí para eso. Nosotros ni siquiera estábamos y, sin embargo, formamos parte de ese menos del veinte por ciento de la población que consume casi el noventa por ciento de los recursos del planeta. Reconocemos las desigualdades y nos consolamos con la existencia, como se decía en la Teología de la liberación, de estructuras de pecado de las que no nos sentimos responsables. Se acusó e imprecó al periodista por la espera macabra, se dijo que al otro lado del objetivo había otro buitre, pero ¿quién es el carroñero?
No se comprende con facilidad, me temo, que la fotografía no es el mundo, como no lo es un dibujo o una novela. Es solo su representación. Una representación artística de la realidad, que conmueve, suscita la reflexión y, como muchos de los trabajos de Carter, puede promover actuaciones globales. Cualquier valoración moral sobre el autor está de más y, en este caso, por si no bastase, me parece que el juicio yerra. La distancia. Esa es la clave para entenderlo. También Valle era distante, y Cervantes. La realidad que nos ofrecen... perdón: la representación de la realidad que nos ofrecen resulta, por lo menos, de la misma crudeza.
Vale.
sábado, 22 de noviembre de 2008
Un título para el blog
Han caído los dos es una canción excepcional. No representa, sin embargo, lo que aquí va. Acepto sugerencias.
He considerado "Tranquilación", que me hace gracia --soy así de simple-- y "Mi cerebro es una rosa", de un poema desgarrador de Panero sobre el que escribí unos propios hace años, que ya quedan demasiado lejos de quien soy (no hablaban de lo mismo, lo digo por las dudas).
Después de tanto andar muriendo, me he decantado, también de manera provisional, por En la línea de sombra. La novela de Conrad, ahí está. Esa edad en la que si no se decide la vida que se pretende llevar, la vida lo termina decidiendo a uno, sobre mí desde hace demasiado tiempo. Pero este no es un blog íntimo ni se debe esperar confesiones personales más allá de lo que dice de uno lo que piensa sobre este o aquel libro, sobre este o aquel autor. Todavía me resta decoro.
Vale.
viernes, 21 de noviembre de 2008
Vicky, Cristina, Barcelona
Vicky, por cobardía --qué malo vivir con miedo--, será infeliz. Aceptará su vida rutinaria, y penará pensando en lo que pudo ser y no será. Cristina, por imperio del tedio producido por su insaciable apetito de experiencias, otro tanto, pues no halla su lugar, arrastrada en una espiral sin rumbo.
Si la búsqueda frustrada o el miedo que atenaza y la aborta son las opciones, el panorama no puede resultar menos halagüeño.
Mejores explicaciones, en comentarios, por favor.
Vale.
Giulia y los Tellarini, banda sonora underground de la película, para leer con música de fondo.
jueves, 20 de noviembre de 2008
La polémica cúpula o la política en el arte.
He podido leer por ahí que solo tres o quizá cuatro artistas en el mundo podrían haber acometido una tarea como la que acaba de culminar Barceló ya que el espacio, abrumador, supera las posibilidades de casi cualquiera. El arte de Barceló ya resulta, de suyo, discutido, pero que se pretenda so pretexto de alguna bobada reprobar al ministro Moratinos, siempre en el ojo del huracán, constituye un exceso más de ciertos mequetrefes.
La cúpula me parece espléndida. El coste, con ser mucho para una economía doméstica, no supone un gasto desmesurado en otros términos, menos aún si se considera el resultado y su perdurabilidad. Bastaría que este señor hubiera escayolado el techo de cualquier estudio de mala muerte para que por su sola intervención su precio de mercado ascendiera a ese montante.
También en Mallorca se armó la gorda con su famoso tríptico (realizado de una pieza, curiosamente). No sólo es más visitado y conocido que cualquiera de los gaudís de la catedral, sino que supone su sello de identidad. También el tríptico me parece magnífico, lo mejor de ese interior sombrío que solo con dificultad puede transmutar el recogimiento --qué eufemismo-- en devoción salvífica.
Vale.
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domingo, 16 de noviembre de 2008
La crisis, con humor
Leopoldo Abadia en "Buenafuente"
Del pensamiento analógico
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Lecturas juveniles
Yo volvería a los de siempre. Pero no está en mi mano.
Los girasoles ciegos: la peli
Me decepcionó. Era de esperar.
Trata dos de las historias, lo cual es más que suficiente en algún sentido. Sin embargo, pese a Javier Cámara y Maribel Verdú, que no están mal, la interpretación cojea cada vez que aparece en pantalla el actor que hace de cura, cuyo nombre no me interesa recordar, además de que no lo hago de manera espontánea. Curioso lo que flojea una largometraje de tantas pretensiones como para emplear uno de los versos de la Fábula de Polifemo y Galatea, de Luis de Góngora: "infame turba de nocturnas aves", queda escrito en la gruta donde se ha cobijado la pareja huida, como si fuera la del cíclope. De poco sirve si no es para marcar la distancia entre lo que pudo ser y no fue y lo que finalmente ha sido. Dejemos descansar las letras de una de las mejores obras de la literatura española y olvidemos la película, gracias a la cual, no obstante, se ha vendido un poco más, como siempre.
Vale.
jueves, 13 de noviembre de 2008
El mundo en guerra
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