No es seguramente la mejor película de Woody Allen, pero Vicky, Cristina, Barcelona, logra su objetivo: que se hable de infidelidad, de tríos, de sexo, de amor... De lo que no se habla con tanta sencillez es del tema de la película: la infelicidad, la insatisfacción, la frustración, como se prefiera llamar. Al menos no giraron alrededor de ese asunto la conversación ni las impresiones de mis acompañantes. Pero es el tema.
Vicky, por cobardía --qué malo vivir con miedo--, será infeliz. Aceptará su vida rutinaria, y penará pensando en lo que pudo ser y no será. Cristina, por imperio del tedio producido por su insaciable apetito de experiencias, otro tanto, pues no halla su lugar, arrastrada en una espiral sin rumbo.
Si la búsqueda frustrada o el miedo que atenaza y la aborta son las opciones, el panorama no puede resultar menos halagüeño.
Mejores explicaciones, en comentarios, por favor.
Vale.
Giulia y los Tellarini, banda sonora underground de la película, para leer con música de fondo.
viernes, 21 de noviembre de 2008
jueves, 20 de noviembre de 2008
La polémica cúpula o la política en el arte.
El arte de la política es una cosa. La política a secas, otra bien distinta. El arte, desde luego. Este no es un lugar para debatir ideas polémicas; la política lo es, ya que atañe más que fundamental, exclusivamente al ámbito emocional. Esta incursión, que no lo es tanto, solo se aproxima al tema para constatar la esterilidad de la intervención política en el arte. En el Arte, en realidad.
He podido leer por ahí que solo tres o quizá cuatro artistas en el mundo podrían haber acometido una tarea como la que acaba de culminar Barceló ya que el espacio, abrumador, supera las posibilidades de casi cualquiera. El arte de Barceló ya resulta, de suyo, discutido, pero que se pretenda so pretexto de alguna bobada reprobar al ministro Moratinos, siempre en el ojo del huracán, constituye un exceso más de ciertos mequetrefes.
La cúpula me parece espléndida. El coste, con ser mucho para una economía doméstica, no supone un gasto desmesurado en otros términos, menos aún si se considera el resultado y su perdurabilidad. Bastaría que este señor hubiera escayolado el techo de cualquier estudio de mala muerte para que por su sola intervención su precio de mercado ascendiera a ese montante.
También en Mallorca se armó la gorda con su famoso tríptico (realizado de una pieza, curiosamente). No sólo es más visitado y conocido que cualquiera de los gaudís de la catedral, sino que supone su sello de identidad. También el tríptico me parece magnífico, lo mejor de ese interior sombrío que solo con dificultad puede transmutar el recogimiento --qué eufemismo-- en devoción salvífica.
Vale.



He podido leer por ahí que solo tres o quizá cuatro artistas en el mundo podrían haber acometido una tarea como la que acaba de culminar Barceló ya que el espacio, abrumador, supera las posibilidades de casi cualquiera. El arte de Barceló ya resulta, de suyo, discutido, pero que se pretenda so pretexto de alguna bobada reprobar al ministro Moratinos, siempre en el ojo del huracán, constituye un exceso más de ciertos mequetrefes.
La cúpula me parece espléndida. El coste, con ser mucho para una economía doméstica, no supone un gasto desmesurado en otros términos, menos aún si se considera el resultado y su perdurabilidad. Bastaría que este señor hubiera escayolado el techo de cualquier estudio de mala muerte para que por su sola intervención su precio de mercado ascendiera a ese montante.
También en Mallorca se armó la gorda con su famoso tríptico (realizado de una pieza, curiosamente). No sólo es más visitado y conocido que cualquiera de los gaudís de la catedral, sino que supone su sello de identidad. También el tríptico me parece magnífico, lo mejor de ese interior sombrío que solo con dificultad puede transmutar el recogimiento --qué eufemismo-- en devoción salvífica.
Vale.




domingo, 16 de noviembre de 2008
La crisis, con humor
Leopoldo Abadia en "Buenafuente"
Etiquetas:
Buenafuente,
Crisis,
Economía,
Leopoldo Abadia,
Televisión
Del pensamiento analógico

Cualquier tipo de aprendizaje nos enfrenta siempre al dilema de aventurarse en lo por el momento desconocido, lo cual no deja de producir cierta inquietud. Alguien puede mostrarnos la puerta, abrirla, incluso, pero quien debe trasponer el umbral es el quien aprende. No se me ocurre mejor imagen de esta metáfora que la foto de un gran artista español, que ha logrado revitalizar el concepto, el ingenio, al lado del sueño, la imaginación, el surrealismo. Me refiero al conocido arco de Chema Madoz, que va sobre estas líneas.
Lecturas juveniles
Quizá mi hora resultara temprana y nunca he sido demasiado convencional con los libros que me interesaban, o eso me ha parecido de cuando en cuando, pero yo leía otras cosas a los doce o catorce años que La tejedora de la muerte, un bodrio cuya lectura se encomienda a los nenes de algunos institutos, por lo que sé, de Madrid. Hacia la página treinta, ya se adivina el final. ¿Qué más se puede decir en detrimento de una novela de misterio, con afanes de género de terror?
Yo volvería a los de siempre. Pero no está en mi mano.
Yo volvería a los de siempre. Pero no está en mi mano.
Los girasoles ciegos: la peli
Fui a ver Los girasoles ciegos, la película, aun a riesgo de que me decepcionara. El director no me ha terminado nunca de convencer --salvo en La lengua de las mariposas, gracias, en buena medida, a Fernán Gómez--, pero la intervención del último Azcona fue incentivo suficiente sobre una ya extraordinaria base en el libro de Méndez.
Me decepcionó. Era de esperar.
Trata dos de las historias, lo cual es más que suficiente en algún sentido. Sin embargo, pese a Javier Cámara y Maribel Verdú, que no están mal, la interpretación cojea cada vez que aparece en pantalla el actor que hace de cura, cuyo nombre no me interesa recordar, además de que no lo hago de manera espontánea. Curioso lo que flojea una largometraje de tantas pretensiones como para emplear uno de los versos de la Fábula de Polifemo y Galatea, de Luis de Góngora: "infame turba de nocturnas aves", queda escrito en la gruta donde se ha cobijado la pareja huida, como si fuera la del cíclope. De poco sirve si no es para marcar la distancia entre lo que pudo ser y no fue y lo que finalmente ha sido. Dejemos descansar las letras de una de las mejores obras de la literatura española y olvidemos la película, gracias a la cual, no obstante, se ha vendido un poco más, como siempre.
Vale.
Me decepcionó. Era de esperar.
Trata dos de las historias, lo cual es más que suficiente en algún sentido. Sin embargo, pese a Javier Cámara y Maribel Verdú, que no están mal, la interpretación cojea cada vez que aparece en pantalla el actor que hace de cura, cuyo nombre no me interesa recordar, además de que no lo hago de manera espontánea. Curioso lo que flojea una largometraje de tantas pretensiones como para emplear uno de los versos de la Fábula de Polifemo y Galatea, de Luis de Góngora: "infame turba de nocturnas aves", queda escrito en la gruta donde se ha cobijado la pareja huida, como si fuera la del cíclope. De poco sirve si no es para marcar la distancia entre lo que pudo ser y no fue y lo que finalmente ha sido. Dejemos descansar las letras de una de las mejores obras de la literatura española y olvidemos la película, gracias a la cual, no obstante, se ha vendido un poco más, como siempre.
Vale.
Etiquetas:
Adaptación,
Cine,
Girasoles ciegos,
Góngora,
Méndez
jueves, 13 de noviembre de 2008
El mundo en guerra
Últimamente no salgo de la guerra. Acabo de terminar de ver las 26 horas del documental más conocido sobre Hitler y otros demonios. Después de poner los ojos por un instante en algunos miles de los varios millones de cadáveres que produjo el conflicto, me ha llamado la atención una anécdota que condensa como pocas el sinsentido de lo sucedido o, al menos, de parte de lo sucedido. En un momento determinado, muy avanzada la guerra, un soldado inglés relata cómo se ve superado por la situación al no hallar modo de explicar a un ermitaño que se lo demanda que los americanos luchen en Italia contra los alemanes y que haya italianos en los dos bandos.


Suscribirse a:
Entradas (Atom)