jueves, 5 de febrero de 2009

El niño con el pijama de rayas

En plena búsqueda de lecturas para los más jóvenes del instituto, acabo de terminar uno de los libros que se ve por doquier en tiendas y transporte público. La historia, de la que me había advertido algún compañero que más que conducir a un debate sobre el holocausto judío, se valía de él, que algún otro me presentó como novedoso en cuanto a su técnica literaria, me ha parecido sencillo, aceptablemente escrito y susceptible de generar discusiones en clase, pero debo reconocer que el final me resulta en exceso artificioso e innecesariamente conmovedor en el camino de la lágrima fácil. No veo dificultad en la técnica narrativa: se trata de un narrador omnisciente en tercera persona que, en ocasiones, asume la perspectiva de uno de los personajes, en cuanto a su edad, para ser precisos. Nada que ver con el extraordinario narrador homodiegético (o autodiegético), en la terminología de Genette (Figures III) que conduce la Aparición del Eterno Femenino, contada por su Majestad, el Rey, de Álvaro Pombo, ese sí un niño de diez años.

Conclusión: puede servir. A los niños les gusta. Más o menos, quiero decir. Por ahora, he probado un comentario de texto sobre el capítulo 7 en chavales de 1º y 2º de ESO. Quizá más adelante sea una lectura completa, aunque no sé.

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