jueves, 11 de diciembre de 2008

Nadie conocía el perfume

Entre los muchos libros que voy releyendo en busca de un poema apropiado para que los niños aprendan de memoria o, simplemente, por el placer de hacerlo ahora que el tiempo no me oprime el pecho, he probado de nuevo el sabor del Diván del Tamarit.

Hace unos años asistí a una conferencia en que Carlos Cano explicaba la experiencia de poner música a un poemario como este en un disco de una sensibilidad admirable. Contaba, con mucha gracia, cómo concierto tras concierto se le acercaban sus fans sexagenarias, seguidoras de la copla más que de la poesía del granadino, para expresar lo inefable de la literatura mejor que cualquier crítico adusto, con estas palabras, aproximadamente: "Carlos --le decían--, no he entendido ni papa, pero qué bonito". Yo no podía evitar recordar a aquellas monjas del dieciséis, en trance por la audición incomprensible de los versos de Juan de Yepes, de San Juan.

Vale.




"Gacela del amor imprevisto" (Federico García Lorca; música: Carlos Cano; intérpretes: Ana Belén Solá y Pilar Alonso).

No hay comentarios: